Grecia clásica
En la
Grecia clásica, la prostitución era practicada tanto por mujeres como por hombres jóvenes. El término griego para la prostitución es
porne, derivado del verbo
pernemi (vender), lo que ha generado una
acepción moderna bien evidente. Las prostitutas podían llegar a ser mujeres independientes e incluso influyentes. Estaban obligadas a vestirse con ropas distintivas y pagar impuestos. Existen ciertas similitudes entre las
hetairas griegas y las
oiran japonesas, figuras complejas en una situación intermedia prostitutas y
cortesanas, de forma similar a las
tawaif hindúes. Algunas prostitutas de la Grecia Antigua, como
Lais de Corinto o
Lais de Hyccara, eran famosas tanto por su agradable compañía como por su belleza, y cobraban sumas extraordinarias por sus servicios.
Solón fundó el primer
burdel (
oik'iskoi) de
Atenas en el
siglo VI a. C., y con los beneficios mandó construir un templo dedicado a Aprodites Pandemo (o
Qadesh), diosa patrona de dicho negocio. Sin embargo, el
proxenetismo estaba terminantemente prohibido. En
Chipre y
Corinto se practicaba un tipo de prostitución religiosa en un templo que contaba con más de un millar de prostitutas (
hierodules, Gr: ιερόδουλες), según
Estrabón.
Cada categoría especializada de prostitución tenía su propio nombre: había
chamaitypa'i, que trabajaban en el exterior (tumbadas);
perepatetikes, que encontraban clientes mientras caminaban y luego se los llevaban a sus casas para realizar el trabajo;
gephyrides, que trabajaban cerca de puentes. En el
siglo V a. C., Ateneo nos informa de que el precio de un servicio era de un
óbolo, un sexto de
dracma, lo que equivalía al salario medio de un día.
La prostitución masculina era común en Grecia. Generalmente era practicada por jóvenes adolescentes, un reflejo de las costumbres
pederastas de la época. Los jóvenes esclavos trabajaban en burdeles en Atenas, mientras que un muchacho libre que vendiera sus favores se arriesgaba a perder sus derechos políticos una vez alcanzase la edad adulta.
Antigua Roma
En la
Roma antigua, la prostitución era habitual y había nombres distintos para las mujeres que ejercían la prostitución según su estatus y especialización; por ejemplo las
cuadrantarias, llamadas así por cobrar un
cuadrante (una miseria); las felatoras, practicantes expertas de la
felación, etc. En esa sociedad, así como también en la antigua
Grecia, las prostitutas comunes eran mujeres independientes y a veces influyentes que tenían que llevar vestidos de color púrpura que las diferenciaban de las demás mujeres, y que debían pagar impuestos. De esta manera, las
hetairas griegas eran personajes que en cierto modo son comparables a las
geishas japonesas por su condición entre prostitutas y cortesanas.
Mesoamérica
Entre los
aztecas las prostitutas eran llamadas
āhuiyani ‘contento/a, satisfecho/a, feliz’ que probablemente era una forma eufemística (del
náhuatl āhuiya o
āhuix ‘tener lo necesario, estar feliz’). Ejercían al lado de los caminos o en edificios llamados
Cihuacalli, en los que la prostitución estaba permitida por las autoridades políticas y religiosas.
Cihuacalli es una palabra náhuatl que significa "casa de las mujeres". Las mujeres recibían mercancías usables como
dinero a cambio de favores sexuales, y tenían un bajo estatus social.
Edad Media
La
Biblia también hace numerosas referencias a la prostitución común. En la
Edad Media la prostitución se desarrolló de manera considerable en
Europa. Los burdeles eran frecuentemente regentados por los propios municipios. A raíz de la
Reforma y de la aparición de epidemias de infecciones de transmisión sexual en el
siglo XVI, la prostitución se vio sometida a cierto control, un control en el que únicamente tres hombres podían tener relaciones con una mujer al día.
El Renacimiento
Del siglo XVIII hasta la actualidad
En los
Estados Unidos la prostitución fue declarada ilegal en casi todos los estados entre
1910 y
1915. Sin embargo es un negocio floreciente.
Países comunistas
Durante el
siglo XX muchos países
comunistas manifestaron que la prostitución no existía dentro de sus fronteras, a pesar de la prostitución presente en
Cuba en donde reciben el apodo de
«jineteras». El gobierno cubano aduce la presencia de la prostitución como resultado del embargo económico
norteamericano y las políticas de turismo adoptadas tras la caída del muro de
Berlín. Esto sucedió aún cuando el combate a la prostitución fue una de las razones de la
revolución.
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