Tres meses después de la boda, la pareja viajó a Italia. En ese momento, Stephan dijo a Nazmie que quería que ella trabajara en la prostitución callejera. "Yo no sabía qué quería decir eso", dijo Nazmie, que ya tiene 15 años. "Pensé que era un trabajo como cualquier otro. No sabía de lo que se trataba".
El esposo de Nazmie se convirtió en su proxeneta. "Yo trabajaba todos los días de la mañana a la noche", recuerda ella. Tenía que ganar cada día el equivalente a 250 dólares, lo que representaba tener que atender en promedio a diez clientes [explotadores] por día. "Cuando no lograba producir esa suma, él me golpeaba".
Otra vez el abuso
Nazmie pensó que su pesadilla había terminado cuando fue detenida por la policía italiana, que la envió de regreso a Albania. Pero tan pronto como llegó a su país, su cuñado la obligó a abordar un bote rápido con destino a Italia. Esto ocurrió tres veces.
La cuarta vez que la enviaron de regreso a Italia, su suerte cambió. Esta vez fue rescatada por una organización no gubernamental (ONG), que convenció a su familia de no mandarla de regreso con su esposo.
En la actualidad, Nazmie participa a través de Internet en un programa dirigido por esa ONG y patrocinado por el UNICEF. Está aprendiendo peluquería y costura, y espera obtener pronto su diploma de secundaria.